16.7.07

Onda encantada del sol


Te pide el sol que seas la tibieza que calma y no el frío que estremece, que detiene y que apaga, te pide el sol que seas la vida, la que hace que las plantas existan, que se muevan tras sus rayos y que a la luz de su presencia florezcan en relámpagos y que sólo son visibles por su misma luz, que así seamos todos y no de los que van quitando el verde de la tierra y de su propias vidas, que seamos ese sol que es centro y que nos hace pertenecer a la galaxia, en vez de separarnos y de disgregarnos sin una meta común de hermanas y de hermanos, de ese sol que alumbra y nos hace descubrir y descubrirnos, que permite que veamos sin el artificio de una antorcha, sino tal como es cada cosa y como es cada uno de nosotros, así alumbrarnos, así alumbrar en vez de atraer sombras de temor o de castigo o de culpa, así de luminosos y así de simples, sencillamente ver sin proyectar, sin representarnos a nosotros mismos en lo que vemos y ser como ese sol que siendo el centro de toda la galaxia, no se ufana ni se ejercita en el poder que aplasta, sino que ama siempre a todo cuanto existe, en ese amor han de suceder todos estos días, conectados a su sabiduría máxima, haciéndola nuestra, recordándola en nuestra esencia de fuego, en nuestra conciencia galáctica que sobrevive en nuestras células, de eso se trata, a eso estamos invitados, ése es el regalo que no se nos envía y que hemos de gozar internamente y que hemos de vivir intensamente para concluir este maravillosos año (año maya).


Es el regalo del sol, del Sol Central de la Galaxia, que nos entrega de su fuerza para que estemos concientes y podamos desde nuestro propio sol interno iluminar toda nuestra vida, llenarla de sus rayos que acarician, que nos aman y nos guían.